Es la entrada en la oración que nos enseña Jesús. No es raro que parece una bendición a Dios, una entrada para iniciar la oración que se nos pasa desapercibida, pero en si es la clave por la que las demas peticiones tienen sentido.
En el Padre nuestro hay siete peticiones. Y cada una de ellas son pedidos al Padre en nombre de Jesucristo del Espiritu Santo. Pues el Padre nos da lo importante, lo bueno, lo imprescindible.
En esta petición nos unimos a Jesús en lo que fue la finalidad de su vida, santificar, glorificar al Padre. En la cruz santifico el Nombre, la persona del Padre. El Nombre es el Padre mismo. El es santo. No podemos aportar mas santidad a la que ya tiene el tres veces santo, absolutamente santo. Nuestra vida recibe del Padre el Espiritu que nos hace santos porque el Padre es santo. Y la respuesta a esta gracia glorifica al Padre, de modo que ya no deseamos nuestra santidad por razón de autosatisfacción, por mirarnos y enorgullecernos de nuestra santidad, sino en un movimiento de amor al Padre deseamos que nos santifique para que su Nombre sea glorificado y proclamado santo.
Por eso el la cruz la que fue la pasión de la vida de Jesús se cumplió plenamente, manifestando en la manera de amar a Dios y amarnos, según el Shema, la santidad del Dios. Y Dios le resucitó para que se cumpliera la palabra, haz esto y vivirás. Y cada uno de nosotros, en comunidad, recibimos por el amor que Jesús tuvo a su Padre y a nosotros, el Espíritu que nos permite por gracia participar en este amor que nos abre la puerta a la vida eterna en Dios, viviendo la resurreción desde ahora.
La santidad del cristiana consiste es una proceso que vive desde el día se su bautismo hasta que culmina en la perfección de su configuracion de Cristo. Y ese hombre nuevo que nace, crece y se desarrolla plenamente hasta igualar y hasta superar la obra de amor de Jesús ya no muere, sino que vive desde ahora hasta la eternidad proclamando la santidad de Dios con su vida, dando gloria al Padre santo.
Al proclamar santificado sea tu Nombre contemplamos a Dios en lo mas elevado de su ser. Y nos arrastra su ser santo a su santidad, dandonos gracia santificante, que es, segun San Agustin y San Juan de la Cruz, las unicas gracias que las da directamente Dios, sin intervenir angeles, y sin duda que sean de Dios o del demonio, como pasa con el resto de las consolaciones, fenomenos místicos, profecias, carismas, etc. que queda la duda si es o no de Dios. Pero la gracia santificante que infunde en el alma directamente por el Espiritu Santo para adelantar al cristiano en su santidad, en su cristificación, que es el fin de su vida en Cristo, es seguro que es de Dios, es el Reino de Dios en cada uno, la voluntad de Dios, todas las demas peticiones especifican la petición del Espiritu Santo para que nos santifique según Cristo.
En cada parte del Padre nuestro pedimos el Espiritu Santo, pero en cada parte hay una encarnacion del Espiritu, una cercania a nuestra realidad, personal y comunitaria.
En esta primera petición está la mayor manifestacion de Dios como es, santo, en el Reino ya es más cercana, porque es la soberanía de Dios en cada uno, que reina en nosotros. La voluntad se manifiesta su reinar en cosas concretas, en que quiere el Padre de cada uno y de su comunidad, en el pan le pedimos a Jesus para que nos alimente para hacer su voluntad, el pan del cielo que nos nutre, el pan que nos dará eternamente, el estar unidos a Jesus el pan del cielo. Después descendemos a nuestra realidad, nuestras deudas, nuestras tentaciones y nuestra necesidad de liberación del Maligno, cada una pedimos al Padre el Espiritu para que actue encarnandose en nuestra mas intima realidad, como Jesus descendio hasta vencer al Maligno que nos tenia atados a la muerte.
En el bautismo Jesus, por el poder que dejo en su Iglesia, vence por primera vez el poder del demonio en nuestras vidas. Y el resto de la vida del cristiano, segun va creciendo en Cristo, son victorias en la que nos vamos liberando del poder del mundo segun vamos creciendo en Jesús, no antes de tiempo, pues puede ser contraproducente, sino a medida que vamos desarrollando el hombre nuevo, que es Cristo en cada uno, que somos realmente lo que somos de verdad, lo que Dios penso que fueramos cuando nos creo, una criatura a imagen y semejanza a él, que participase de lo mas intimo de su ser Dios, el amor. Y el espiritu del Mal lo que hace, como asesino y mentiroso que es, es matar, enajenar nuestro verdadero ser y decirnos que somos quienes no somos. Por eso el Espiritu Santo, que viene a darnos vida y verdad, nos lleva a ser lo que realmente Dios nos proyectó que fueramos. Y esta es la santificación de Dios, participar de su ser santos para proclamar con nuestras obras abundantes que El es santo.
domingo, 18 de noviembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario